Desde tiempos memoriables que el ser humano busca la manera de reemplazar las piezas dentales perdidas.
Data de la época de los egipcios el uso de decoración y embellecimiento de los dientes, y uso de alambres para sujetar los dientes para no perderlos.
Las prótesis dentales se desarrollaron para substituir esas piezas pérdidas a causa de una patología dental (caries, piorrea, traumatismos...).
Hoy en día, ha tomado otra función que es la estética, y se llevan a cabo muchas rehabilitaciones orales mediante prótesis dentales para mejorar nuestro aspecto físico.
Dentro de esta especialidad se debe dividir en 2 grandes grupos:
1- Prótesis removible ("dentaduras de quita y pon").
Generalmente están fabricadas de resina y pueden contener metal según el tipo de dentadura que nos ocupe.
2- Prótesis fija (puentes, coronas, carillas, incrustaciones...):
Generalmente hechas de cerámica, o metal-cerámica.
Este tipo serían las de primera opción siempre que se pueda, por su comodidad, por su estética, por su semejanza a nuestros dientes...
Las prótesis dentales deben recibir una higiene igual o superior que nuestros dientes naturales, porque aunque sean de material ajeno, también pueden contribuir a una afección oral.